Era el gran salsero de Colombia. Hoy ha muerto con 55 años, a mil kilómetros de Bogotá, en una clínica de Barranquilla, donde era el Rey del Carnaval.
Nació en un humilde barrio de palenqueros de Cartagena de Indias en 1955, pegadito al mar Caribe y cuando era muy pequeño su padre –conocido juerguista- abandonó a su madre, una de sus seis mujeres –todas por cierto llamadas Ángela- y con quienes tuvo la friolera de 39 hijos.
Al pequeño Álvaro José – así se llamaba Joe –no le quedó más remedio que ponerse a trabajar cargando baldes de agua. ¿Y cómo pasaba el rato el chaval? Pues cantando temas de Raphael y hasta el Ave María. Con ocho años dio su primer concierto en el Colegio Santo Domingo donde conoció a un profesor de piano de nombre Mincho Amaya a quien no se le ocurrió mejor idea que llevárselo “de gira” a los prostíbulos del puerto por 100 pesos la noche, hasta que fue rescatado por su apenada madre.
De ahí, el pequeño saltó a la Coral de Cartagena y más tarde a la orquesta Fruko y sus Tesos, la primera de salsa del país y con la que grabó “El ausente”, su primer gran éxito nacional.
En los 70, Joe Arroyo ya era toda una celebridad en Colombia y había trabajado con formaciones como The Latin Brothers y Los Líderes.
Pero fue en los 80 cuando fundó su propia orquesta, La Verdad, y su propio ritmo, “El Joesón” una mezcla de música caribeña colombiana –cumbia, porro y champeta- con otros ritmos caribeños como la soca o el reggae, que lo hizo famoso en el mundo entero.
Legendarios fueron temas como ‘La noche”, A mi Dios todo lo debo’, ’El ausente’ “El centurión de la noche” o “Rebelión”, en la que contaba la historia de un esclavo africano que se subleva contra su amo español al ver que éste tortura a su esposa.
Cada año, un éxito de Joe Arroyo reventaba las emisoras de todo el país. Su foto llegó a aparecer en la portada de la edición colombiana de Rolling Stone y hasta The New York Times lo declaró uno de los artistas más importantes del mundo.
Hoy nos ha dejado. Dicen que por culpa de la fiesta, el alcohol y la droga. Que descanse en paz. Nosotros seguiremos gozando y rumbeando con su música. Gracias maestro. (rtve.es)